No se pueden poner puertas al campo, hacerlo con el mar no es buena idea. Tarde o temprano se abrirán. |
Para los que somos de secano la sóla presencia de un velero en el horizonte nos evoca sentimientos de libertad. |
Estar de vacaciones y madrugar parece no tener mucho sentido, pero si es para gozar de un amanecer y poderlo congelar con la ayuda de tu cámara no habrá pereza para saltar de la cama. Aunque tomé bastantes instantáneas dejo aquí una pequeña serie que resume las primera luces del día en la playa de El Puig, un pequeño y bonito pueblo al norte de Valencia.
No dudé en soltar el dedo cuando encuadré a esta hermosa mujer, posiblemente africana. Sentada en la arena parecía estar esperando que del mar llegara algún cayuco cargado de rico pescado. O, tal vez, con su mirada, perdida en la lejanía, buscara la tierra que la vió nacer.
Estas pequeñas construcciones a pie de playa, las casitas de los pescadores, parece que incumplían la ley de costas y quince días después de tomar esta foto fueron derribadas. Ahora es un solar sin más. Lo cierto es que antes daban color.
No lejos de allí, en L' Alboraya, hay una moderna urbanización con las calles interiores que forman un puerto deportivo. Es Port Sa Playa, que la noche deja estas vistas.
A mediados de Agosto celebran en El Puig las fiestas en honor a su patrón, San Roque. Ésta es una empinada y bonita calle de este pueblo de la huerta valenciana.
Dos tomas, una nocturna de la escalera y una diurna panorámica del Monasterio de Santa María.
En vísperas de San Roc, los toros cerriles (bous al carrer) son los protagonistas de la fiesta. Las calles de El Puig, después de la siesta, hierven de jóvenes dispuestos a correr y jugar con los astados, como este de la ganadería de Fuente Ymbro, que un mes antes estuvo encerrado en Pamplona como sobrero en los Sanfermines.
No faltaron buenos rodadores dispuestos a hacerles ajustados quiebros a los toros.